Ioshua: poeta, músico, performer y punk del conurbano.

Escritor, dibujante, editor, fanzinero, dj. Autor de una poesía que impacta y que narra conurbano, sexo, soledad y amor.

Autor del comic CUMBIAGAI, de diversos fanzines y de libros entre los que encontramos Pija Birra Faso (Nulú Bonsai), Es la noche que brilla en tus ojos (Eloisa Cartonera), Cumbiagei (Wachodelacalle – Milena Caserola) y la edición de todas sus obras en Ioshua todas las obras acabadas (Nulú Bonsai) publicada en noviembre del 2015, año en el que Ioshua falleció.

Inscripto con el nombre de Marcos Josué Belmonte, nació en Haedo en 1977 y criado en el barrio Libertad, en Merlo. Se fue de su casa a los 14 años y, desde ese momento, vivió en la calle y en espacios amigos que lo recibían y lo alojaban por un tiempo. Su lugar era el conurbano y los espacios del under porteño como el Pacha, la Casona de Humahuaca. Al comienzo de la década del 2000, Ioshua se acercaba a la galería de Fernanda Laguna y Cecilia Pavón, Belleza y Felicidad, ubicada en el barrio porteño de Almagro, y llevaba sus fanzines y discos (Ioshua era el compositor y cantante de la banda Corazondeniñx). Así fue como en el 2004 llegó a hacer unas performances junto a Klaudia con K (actuó en el Parakultural de los 80 junto a Urdapilleta y Tortonese y junto a Batato Barea en Ave Porco y El Dorado)

Sus fanzines estaban hechos a mano, dibujados y escritos a birome. Fotocopiados. Esa estética, esa decisión de comunicar y de expresarse continúo en todas sus publicaciones ilustradas.

Belleza y Felicidad le abrió las puertas a Ioshua en todo sentido. Mientras hacía sus performances con Klaudia con K, Fernanda Laguna le publicó una plaqueta, “Para los pibes”, por Belleza y felicidad (editorial de la galería) y lo invita a participar de su primera exposición, 2005, una muestra colaborativa, siendo parte del collage Ay Virgencita mía (sangre y estampitas).

Ioshua era editado por una editorial y no un conjunto de fotocopias. Poco a poco vive de ser poeta, de contar su conurbano sin romanticismos, sin querer venderle nada a nadie, contar los baños de una estación de tren y de pibes que se dejan chupar la pija por un rato de placer y para estar menos solos.

Pija Birra Faso es el primer libro de Ioshua. Editado por Nulú Bonsai de la mano de Grau Hertt y Sebastián Goyeneche.

Juan Tauil escribe el prólogo de este primer libro de Ioshua y en el primer párrafo sintetiza la esencia de Pija Birra Faso

“Pija, birra y faso. ¿Qué más se puede pedir para matar las horas chiclosas del conurbano bonaerense? El puto porteño se queda con la pija, la birra la cambia por un sex on the bich y al faso… no, gracias. El puto del conurbano, adaptado para moverse por las arenas movedizas regadas por los varones del poder, mueve sus cachas por las calles otrora de tierra, entre las paradas de colectivos donde siempre hay repositores de Coto, electricistas o jugadores de potrero dispuestos a entregar su testosterona por Boca.”

Pija Birra Faso nos lleva inmediatamente a pensar en el título de la película de Bruno Stagnaro e Israel Adrian Caetano, “Pizza, birra y faso”, estrenada en 1998 y precursora del nuevo cine argentino.

Facu Soto, periodista y escritor es el autor de Ioshua, la biografía (Mansalva, 2020) cuenta en su libro, en palabras de Ioshua:

“Yo me puse en ese lugar, de considerar que tenía que renovar la literatura contemporánea argentina; y así decidí llamar a mi libro Pija, birra, faso, un poco irónico, un poco gracioso. Yo encontraba un montón de cosas que no me representaban: ni como gay, ni como pibe, ni como varón, ni como morocho, ni como argentino, ni como nada. Entonces tuve que empezar a crear ese mundo que me representara a mí. No esperé que alguien me represente, sino que hice mi propia representación. Eso fue el libro Pija, birra, faso…”

Wacho de la calle, la editorial en la que se autopublicaba Ioshua. Esa editorial iba a convertirse en una colección de libros gay queer editada por él en Nulú Bonsai. Conversamos con Facu Soto al respecto y nos dijo

¿Qué fue Wachodelacalle? ¿Cómo lo compartiste con él?

Bien. Él quiso publicar una obra mía en su editorial, Wachodelacalle; pero como solía pasarle se le caían los proyectos. También iba a dirigir una colección queer en Nulú Bonsai que no pudo ser…

Su número 2 de Wachodelacalle fue CUMBIAGEI, así todo junto y gei así como suena. Ioshua decía que era para los pibes del barrio.

Cumbiagei tiene historias, un relato del puto en el barrio, en el conurbano, del puto pobre y amenazado por la violencia institucional de la policía bonaerense. Tiene historias del cotidiano que fueron construyendo un universo que hasta Ioshua no tenía lugar ni palabras en la literatura.

Ioshua fue su obra, en su obra estaba él, su historia y su gente. Le preguntamos al respecto a Facu Soto.

Hemos leído y escuchado muchísimas veces que «Ioshua fue su obra» ¿Compartís esta afirmación? ¿Por qué?

Sí, pero también tiene otra obra, que la podemos ver en sus comics, poemas, cuentos, etc. Sobre todo, en su última etapa él también fue su obra, en el sentido en que se volvió un artista muy performático; quizás siempre lo fue pero en los últimos años mostró más esas faceta.

Su vida no fue fácil. Nació y se crió entre la violencia familiar y la marginalidad que da la pobreza. Un padre violento que cuando Ioshua tenía seis años le rompió la columna de un golpe y cuando tenía once intervino para que no le pegara más patadas a su madre, generando una furia mayor por la que ahorcó a Ioshua hasta romperle la glotis. Luego se terminó yendo de la casa y una madre que al poco tiempo murió y lo dejó solo. Las ausencias, las faltas, el dolor y la soledad cruzan y aparecen en cada uno de sus textos.

Conversamos con Soto acerca de algunos tópicos de la obra de Ioshua.

¿Cómo aparece en su obra el conflicto, el rechazo, el amor, el conurbano, la birra y el sexo?

Con letras. De sangre. De dolor, que no lo vivía así tan desgarradamente en la vida. En la vida, no literaria, se divertía más que en lo que quedó reflejado de su obra escrita.

El dolor siguió acompañándolo toda la vida. No solo el de su columna, ni el de la pobreza y la discriminación.

Ioshua fue diagnosticado con VIH, convivió con el virus y con un cáncer de médula que lo hacía vivir fluctuando emociones y voluntades, entrando y saliendo de hospitales e internaciones.

El dolor de columna lo aquejaba y, cada tanto, también, lo dejaba internado. Una vuelta, luego de un breve paso por el Hospital Durand, en el 2014, se encuentra con Sebastián Goyeneche y Grau Hertt, editores de Nulú Bonsai, para planear el libro “Todas (las obras acabadas)”. Al comienzo Ioshua dudó acerca de si hacerlo o no, luego se convenció y diseñó también la tapa. Él la quería rosa y con un consolador dorado.

La noche del 25 de junio del 2015, muere Josué Marcos Belmonte, Ioshua, en su casa de Mariano Acosta. Muere entre papeles, letras y palabras.

Apenas se enteran sus amigos, escritores, poetas y músicos se reunieron para juntar el dinero necesario para pagar los servicios fúnebres y que no quede enterrado en una fosa común.

A Ioshua se le hizo un “velatorio público”, poco después de su muerte, en un bar de Palermo. Este homenaje íntimo también sirvió para presentar el libro Todas las obras acabadas, el cual en casi setecientas páginas reúne sus poemas, dibujos y narrativa.

La obra de Ioshua es real, impacta. Es palabra, poesía, pero también es dibujo, sonido. Te invade por todos los sentidos. Su obra es él, su historia, sus vivencias, su militancia.

Ioshua siempre escribió por la visibilización y el disfrute. Interpeló a los pibes del barrio, a los “wachos”. Todos tienen el derecho a la libertad, al disfrute.

Ni ilegal ni invisible. Por Ioshua.

Ser homo en los barrios empobrecidos de nuestros países empobrecidos es una lucha en sí misma y muchxs ya piensan en algo más que ser aceptadxs solo como HOMOSEXUALES» // sino también en ser aceptados y respetados como HUMANOS.

Lo sabemos: elegimos un género»¦ elegimos un objeto de deseo sexual»¦ y hasta elegimos como llevar nuestras homosexualidades cotidianas, pero acaso podemos elegir una vida aún más digna que diversa? ¿Acaso en una Latinoamérica empobrecida y militarizada podemos elegir algo más que nuestra sexualidad?

Una casa digna, un trabajo afín, una familia propia, una capacidad crítica, una educación amplia, una libertad que nos permita ser verdaderamente libres»¦ todas estas cuestiones también son propias de la homosexualidad»¦ de lxs latinoamericanos, porque son parte de cualquier persona y mucho más aún son cuestiones urgentes en nuestro continente. Para algunxs de nosotros no alcanza con la visibilidad compasiva que nos pretenden imponer o permitir las buenas costumbres del buen estado opresor de nuestras vidas»¦ no, algunxs homosexuales exigimos y luchamos por algo más que parecer heterosexuales»¦ o peor aún: disimular que somos HOMOSEXUALES. (…)

Yo no quiero ser invisible pero tampoco me alcanza el permiso del orgullo mercantilista. No me quiero poder casar como un heterosexual. No me quiero poder mostrar como un personaje divertido. Yo quiero que los homosexuales, realmente todos y todas, tenga alguna posibilidad de vivir dignamente más allá de su identidad sexual o de género. Yo quiero poder elegir mucho más que una boda o una discoteca. Yo quiero tener habilitadas todas las herramientas necesarias para ser digno y autónomo de las reglas y modelos que nos oprimen en Latinoamérica.

Yo quiero ser homosexual pero más aún quiero ser algo más que el envase de una identidad sexual a la sombra y penitencia de la normativa heterosexual burguesa opresora y asesina de nuestro continente.

Compartimos el episodio 26 del Podcast Cruzadxs, de Tomás Litta y Cultura Cuir, en donde Lucas Fauno lee a Ioshua.

Foto de Portada: Sebastián Freire para Página 12