Vicente Luy: leerlo sí es importante.

-por Vian-

Este febrero se cumplen los diez años del día en el que Vicente se suicidó arrojándose de un séptimo piso en la ciudad de Salta. Diez años sin Luy pero con su presencia, sus palabras y su poesía a flor de piel. La editorial cordobesa Caballo Negro editó Escribir no es importante, una antología que reúne cronológicamente poemas de todas las épocas y libros publicados por él. También, Hernán, poeta, amigo, editor y compañero de Luy, publicó por Beatriz Viterbo Editora La poesía está en ser uno, un ensayo crítico sobre su obra. La editorial Años Luz está preparando la reimpresión de los dos primeros libros del poeta.

 

El 3 de mayo de 1961 nació Vicente Federico Luy Larrea en Córdoba. Sus padres, Gilbert Luy y Lucianne Larrea (hija del poeta Juan Larrea) fallecieron a los seis meses de haber nacido Vicente, al estrellarse el avión que los llevaba a Nueva York. Quedó huérfano y pasó a vivir junto a su abuelo en la casona que este tenía. Los primeros años de vida, lo crió Magalí Varela, secretaria de Juan Larrea, quien se mudó a la casa del poeta con su marido.  Larrea echa a Magalí y Vicente va a vivir desde los tres hasta los siete años con la familia de una hermana de su abuelo, quien tenía hijos de edad similar a él. Luego de un recorrido por casas familiares, Vicente volvió a lo de su abuelo. Atrapado por la inmensidad de su biblioteca, rodeado de Lorca, Huidobro, César Vallejo y Gerardo Diego, entre otros, más su propia elección por Luis Alberto Spinetta y Charly García, Luy decide dejar el colegio secundario y empezar a escribir poesía.

Más allá de un recorrido histórico y biográfico para conocer y entender a Vicente Luy, le preguntamos a Fernando Bogado , escritor, poeta, docente, integrante del ciclo Tercer Jueves y creador, cabeza, corazón y conductor de “El cuartito de Bogado” por FM La Tribu, cómo presentaría a Vicente. Nos respondió:

«En realidad, siempre lo tengo que presentar porque desde hace varios años trabajo con su poesía en las clases en secundario y en la UBA. Es un gran ejemplo para romper con la idea bastante fosilizada, acrítica, de que la poesía es rimar palabras y decir algo lindo o amoroso, o que la poesía es un lenguaje oscuro que muy pocos entienden. Recuerdo que la primera vez que usé un texto de él en una clase en la Facultad fue para hablar acerca de un problema en la polémica entre Deleuze y Lacan en torno a la representación, y abrí la clase con un poema de él: «El problema con la poesía es que la metáfora puede ser una forma de ambigüedad». Así lo presentaría. Con un poema. Me parece que los textos de él son muy contundentes, ya dicen bastante. Después, suelo vincularlo con Los Verbonautas, con ese otro lado de la poesía de los 90 y con el hecho de que es nieto de Juan Larrea, un poeta español impresionante y poco visitado.» 

Vicente Luy escribió sus primeros poemas mientras realizaba el Servicio Militar Obligatorio en Villa San Isidro. En cada uno de estos versos aparecía la influencia de su abuelo: versos formales, casi líricos. Un libro en el que todo era dolor. Este libro lo escribió utilizando el “tu” y el “vosotros”.

Quizás estos poemas, publicados en Caricatura de un enfermo de amor (1991), no fueron la verdadera voz de Vicente y él lo sabía. No había poemas sexuales, futbolísticos ni políticos, no había referencias a música ni a películas.

Poema de Caricatura de un enfermo de amor publicado en Escribir no es importante (Caballo negro - 2020)

Poema de Caricatura de un enfermo de amor publicado en Escribir no es importante (Caballo negro – 2020)

Hernán en “La poesía está en ser uno” (Beatriz Viterbo – 2020) cuenta que Vicente, en el Carnaval poético de 1996 que hacían con los Verbonautas  -grupo de acción poética integrado, también por Palo Pandolfo, Karina Cohen, Pablo Folino, Hernán, Osvaldo Vigna, Gabo Ferro, Carlos Núñez, Eduardo Nocera y Tom Lupo- , llevó desde Córdoba a Buenos Aires algunos ejemplares de su libro. Un poco reticente y con muchas aclaraciones, por “ser un libro viejo, escrito en otra época y que no lo reflejaba”, se los regaló a los Verbonautas.

En noviembre de 1995 se reunieron los Verbonautas para la lectura de sus poemas en el emblemático boliche de Palermo Viejo, La luna. A partir de ese momento, Vicente empieza a compartir la escena poética en Buenos Aires y a leer y leerles sus poesías colegas y al público. Aprovechó este transitar por Bs. As. para guardar su primer libro y comenzar con nuevas escrituras, nuevos versos más cínicos, más tiernos, con más rock.

Poemas de La vida en Córdoba publicado en Escribir no es importante (Caballo negro - 2020)

Poemas de La vida en Córdoba publicado en Escribir no es importante (Caballo negro – 2020)

Hernán viajó a Salsipuedes y se hospedó junto a Vicente. Allí, juntos comenzaron a armar La vida en Córdoba, libro publicado en 1999.

Ser parte de los Verbonautas, cotejar los poemas con ellos, hacerlos rodar entre colegas y entre la gente, ver cómo reaccionaban, el apoyo de amigos como Hernán y de su pareja, María Angélica Vaca Narvaja, acercaron a Vicente a la poesía, a trabajar diariamente en ella, a involucrarse de otra manera.

En La vida en Córdoba Vicente encuentra su propia voz y emerge de él un universo en el que conviven Charly García, Mick Jagger, Macaya y Araujo, Monzón, Alfonsín, Los Beatles, Pinky, Filliol y Chacho Álvarez.

Ya no hay poemas solitarios, como aparecía en su libro anterior, acá hay poemas de amor, sexuales y políticos (vinculados al peronismo, Montoneros, al golpe cívico militar y algunos a momento de la democracia alfonsinista)

 

Poema de La vida en Córdoba publicado en Escribir no es importante (Caballo negro – 2020)

A partir de este libro, los temas políticos, sociales, la realidad misma aparece plasmada en las palabras de Vicente. Al respecto le preguntamos a Fernando Bogado: ¿cómo creés que articula Vicente la poesía y la sociedad, la política? ¿Cómo y por qué considerás que exhorta a su auditorio, a sus lectores?

«Hace un tiempo vengo investigando algunos problemas de crítica literaria contemporánea en el marco del Doctorado en Literatura en la UBA, siendo un punto fuerte de ese proceso la presencia en la poesía de Vicente Luy de una figura retórica muy interesante: la parénesis. La figura aparece en los primeros años de la Antigüedad Clásica y en los textos del cristianismo primitivo, sobre todo, en las cartas paulinas. La parénesis es un modo muy específico de exhortación: prepara al interlocutor para la guerra, diciéndole lo que tiene que hacer, o para la conformación de una comunidad, marcando qué hay que hacer para poder seguir formando parte del conjunto. Creo, y espero demostrarlo, que la poesía de Vicente no es una práctica sui generis de este uso parenético, sino un caso ejemplar de cómo la poesía, desde las vanguardias en adelante, pero sobre todo desde finales del XX y comienzos del XXI, recupera algo olvidado en el siglo XIX, que es la capacidad de lo poético de proyectarse sobre lo social para actuar. La poesía de Vicente Luy es un llamado abierto a la acción bélica concreta: que uno lea un poema como «Si va a morir gente, votemos quiénes» y se ría un poco y piense en lo bien construido que está el texto, ese disfrute que uno pensaría como meramente estético y hasta pasatista, es la muestra de que hay condiciones de su texto que todavía no han sido leídas de una manera que desborde los modos de pensar la literatura. Yo creo que hay en la poesía de Vicente un llamado a hacer algo. Pero ya no queda en él, en Vicente, el sentido de ese hacer. Queda en los lectores. O sigue siendo un «poeta maldito», o empieza a ser, espero yo, otra cosa.»   

Luego de publicar La vida en Córdoba, siguen las ediciones de Poesía Moderna (2000), Aviones (2002) y No le pidan peras a Cuper (2003) todas ediciones de autor.

Al igual que había diseñado Aviones, No le pidan peras a Cuper incorpora fotos, documentos, poemas de otros autores y, también, algunos fragmentos de otros libros de Luy. Las diferentes voces que aparecen en este libro son las diversas voces de Vicente, las del rock nacional, las de la televisión de esos años, las de la política, las del sexo, el fútbol y una guerra en la cual ya estábamos todos inmersos, según Vicente.

Poema de Aviones publicado en Escribir no es importante (Caballo negro - 2020)

Poema de Aviones publicado en Escribir no es importante (Caballo negro – 2020)

 

Poema de No le pidas peras a Cuper publicado en Escribir no es importante (Caballo negro - 2020)

Poema de No le pidas peras a Cuper publicado en Escribir no es importante (Caballo negro – 2020)

 

Con la lectura de estos poemas y las publicaciones siguientes, hay quienes han etiquetado a Luy como “poeta maldito”. Bogado reflexiona al respecto:

“Yo no creo que hable de Luy la categoría de «poeta maldito» como no creo que hable de ningún poeta en un sentido biográfico y, si me apurás, honesto. El «malditismo» es una figura histórica en los modos de construcción del autor. Está sumamente vinculada con la tensión que existe en la relación entre capitalismo y literatura, donde la poesía empieza a recibir adosada la figura del «poeta maldito» como emergente de la diferencia y eventual adaptación de la literatura al mercado. El «malditismo» ha terminado por ser una etiqueta vacía que sirve para vender un producto. Es como creer que, en los 90, Pergolini era un rebelde. O es la misma trampa en la que caen los que creen que Milei o los libertarios son rebeldes. Responden a una idea de rebeldía construida por el mercado. A Vicente le pasó lo que le pasa a todos los poetas, o casi todos: cuando están vivos, leen su obra unos pocos. Si se muere, más, si se suicida, enseguida cae sobre ese nombre propio la idea de la incomprensión y el mármol, el peso biográfico, la necesidad de leerlo. Creo que Vicente jugaba con esa idea, teatralizó o buscaba teatralizar su muerte, ser el último poeta vivo. Y eso no es algo que me alegre ni mucho menos: el suicidio de Vicente fue una noticia horrenda que me dejó, personalmente, muy triste. Básicamente, porque en el tiempo en el que lo conocí, a finales de la década del 2000, él ya estaba mal, pero en proceso de recuperación, y siempre charlaba de sus intentos de suicidio, de cómo había zafado de tomar veneno para ratas, por caso (está en un poema, incluso), y siempre buscaba hacerlo salir de esa zona charlando de otra cosa. A veces, lo lograba. Otras, no. Ya había dejado de ver a Vicente cuando se suicidó, un poco después de que comience el desbande de la editorial CILC (en donde pudimos sacar un libro que creo que sigue teniendo peso, diagramado por Hernán junto con Vicente, Poesía popular argentina). Se tiró porque no pudo lidiar con una enfermedad psiquiátrica, y eso no resume su vida, no le pone sello y, la verdad, habla muy mal, en términos críticos, de cualquiera que quiera leer en ese hecho una clave de su escritura, como pasa con la gente que lee en Pizarnik, Storni, Fijman, roces de la locura o la incomprensión. Tengo mucho más para decir al respecto, pero quedémonos por ahora con eso: la idea de «poeta maldito» es la fachada con la que se quiere poner a la venta algo que es mucho más interesante si nos resistimos a ese devenir mercancía.”

 

En 2006, también en una edición de autor, Vicente Luy publicó La sexualidad de Gabriela Sabatini, luego Vicente habla al pueblo (2007), ¡Qué campo ni campo! (2009) Poesía popular argentina (2010) y Plan de Operaciones / La única manera de vivir a gusto es estando poseído (2012)

¡Qué campo ni campo! es un libro poblado de muerte. Reaparece la idea de suicidio que estuvo dando vuelta en sus primeras publicaciones. En uno de sus poemas proclama:

 

“En enero, en este enero que pasó / traté de suicidarme. / Me tomé 30 de estas / En relación a los excesos el prospecto decía / síndrome parkisionano gravísimo, coma, coma. / Pero ni el parkinson ni el coma se hicieron presentes. Las reboté. / ¿Qué sentí mientras esperaba dormirme? / El desinterés cósmico, eso sentí.”

 

A comienzos del 2010 empieza a planear y plasmar un libro nuevo con material ya editado y mucho material nuevo. “El combustible de estos poemas fue el Prozac, nombre comercial de la fluoxetina, un antidepresivo que bloquea la recaptación de serotonina. También fue el despertador de la manía que fue ganando a Vicente a partir de abril y terminó con su internación en el Hospital Borda en octubre”, cuenta Hernán en La poesía está en ser uno. Los libros de Vicente Luy.

En la conversación con Fernando Bogado, y tomando como premisa la idea de que la poesía logra ponerle palabras a aquello que aparentemente no lo tiene, le preguntamos: ¿A qué creés que le pone palabras Vicente? 

«No creo. Esa es una idea de poesía entre tantas; para ser más exactos, una idea de poesía que se puso muy en boga a partir de la re-lectura que hace el existencialismo alemán vía Heidegger de algunas cuestiones que ya se había preguntado el romanticismo alemán. Está en Arte y poesía, un librito que circuló bastante de Fondo de Cultura Económica que reúne dos ensayos de Heidegger sobre la poesía. Yo no creo que la poesía ponga nombre. Tampoco creo que la poesía de Vicente nominalice, principalmente. Me parece que hace una operación un tanto menos ontológica que de táctica y estrategia: la poesía de Vicente, parafraseando uno de sus versos, pone en evidencia la guerra que subyace en nuestra sociedad. Y busca prepararnos para el enfrentamiento, si es que ese enfrentamiento no es real desde hace ya bastante tiempo. Está en su poesía: creo que en donde más trabaja esa idea es en el libro póstumo, el único, hasta el momento, Plan de operaciones. »

Plan de operaciones

Plan de Operaciones – Foto de Vicky Schwindt

En agosto del 2010 Vicente viaja hacia Buenos Aires, encara hacia la guardia del hospital Argerich y luego al hospital Borda, donde queda internado. No era la primera vez que Vicente estaba internado en un neuropsiquiátrico, ya había estado alojado en dos previos, de los cuales se escapó.

Hernán cuenta que a fines del 2010 y principios del 2011, todos los jueves, iba al Hospital Borda a visitarlo. Ese noviembre hicieron  “Poemas y canciones” en el Centro Cultural del Borda.

Vicente Luy - foto de Alejandro Píhue

Vicente Luy – foto de Alejandro Píhue

En febrero de 2012, Vicente viajó a Salta. Concretó una cita con una inmobiliaria para ver un departamento que estaba en alquiler en la ciudad capital. El 23 de febrero del 2012, mientras una empleada de la inmobiliaria le mostraba las habitaciones y espacios, Vicente Luy se asomó por la ventana y se arrojó al vacío.

El libro en el que había estado trabajando ese tiempo Plan de operaciones / La única manera de vivir a gusto es estando poseído se publicó en noviembre de ese año por la editorial Crack-Up.

Los últimos dos versos del libro son el mail que le envió a su amigo Emanuel Rodríguez días previos a su muerte:

 

Fui a PARE DE SUFRIR

y me dijeron que volviera en mayo.